13/6/11

EL CORPUS EN CAJAMARCA


Tomado del libro FIESTAS TRADICIONALES DE CAJAMARCA
de Marcela Olivas Weston


La Fiesta del Corpus Christi fue la principal celebración religiosa en el Virreinato. Instituida en el mundo Católico por el Papa Urbano IV (1264) con el afán de exaltar el cuerpo de Cristo simbolizado en la hostia consagrada. “En la sesión del 26 de mayo de 1684, el Cabildo de Naturales de la villa de Cajamarca la Grande dio cumplimiento a la costumbre de preparar la pública fiesta del Corpus Christi, la más solemne del año litúrgico católico. Al efecto, los cabildantes distribuyeron entre los varios grupos ayllales de la provincia, la obligación de poner ciertos adornos con que se usaba dar realce a la procesión, indicando los sitios urbanos donde habría de colocárseles. Tales adornos consistían en 12 altares, 152 pares de arcos y 14 luminarias.Se advierte al cuerpo edil ejerciendo un evidente poder total. Al ordenar las contribuciones de guarangas, pachaquías,
mitimaes, gremios y servidores de la iglesia, en otras palabras de la comunidad íntegra. No escapan los indios de “las goteras” o sea los desafiliados de los grupos tradicionales que viven en los alrededores de la población.
Los nueve gremios que concurren al arreglo de la procesión del Hábeas, en 1684, representan importantes actividades económicas: carpinteros, sastres, barberos, sombrereros, zapateros, silleros, curtidores, pintores y cereros.
La procesión comenzaba y acababa en la Iglesia de San Francisco. La guaranga de Guzmango encabezaba los grupos indígenas. Daba la vuelta por Plaza de Armas, entraba por lo que hoy es la calle Amalia Puga, al costado de la Catedral, subía por el jirón Apurímac, tomaba la calle de El Comercio hacia la Plaza de Armas y concluía en la Iglesia de San Francisco.”

En palabras de Guillermo Lohman Villena[1]: “Sin lugar a dudas, constituía un capítulo excepcional de la historia de la vida colectiva de aquellos siglos y, en una atmósfera niveladora de etnias, estamentos y profesiones, confundía en una misma inspiración al conglomerado social de españoles, naturales y castas”.

Hoy

El estudioso del folklore cajamarquino, Juan Jave, comenta que “En el siglo pasado, era de reglamento para el Corpus la realización de la corrida de toros, teniendo diferentes escenarios como la Cárcel vieja de Belén, el Mercado de la Merced, y por último la Plaza de Toros de Chontapaccha. Aparecían también las gateras y regatonas. Ellas eran personas que ocupaban el campo ferial para ofrecer toda clase de dulces como los pasteles de natilla, las tuercas, los suspiros, acuñas, machacados, higos confitados, piononos, y también se instalaban los ranchos para expedir comida como el cuy con papa, el frito, chicharrones, cabrito, chupe verde, cecinas, y todo ello se lo asentaba con chicha de jora, cañazo, refrescos y gaseosas.

También se realizaban espectáculos de deportes: teatro, circo, juegos mecánicos, carrousel, juegos de azar como ruletas, tómbolas, rifas, sillas voladoras, entre otros. Todas las actividades programadas para el Corpus eran amenizadas por la Banda de Músicos, organizándose también importantes bailes sociales”.
Actualmente, esto se ha convertido, en la Gran Feria Regional del Corpus Christi, de gran movimiento económico, que genera otras actividades sociales como retretas, campeonatos deportivos, corridas de toros, peleas de gallos y espectáculos artísticos en el campo de FONGAL.
Continúa siendo una de las celebraciones religiosas de mayor significación en Cajamarca. Se caracteriza por la solemnidad de la Misa de Fiesta y por la Procesión de la Hostia Consagrada en su Custodia.
A la Misa de Fiesta, celebrada en la catedral por el Obispo de Cajamarca, asisten sacerdotes, diáconos y seminaristas y la feligresía en un gran mar humano. Luego se inicia la Procesión que parte de la Catedral y recorre la Plaza de Armas, acompañada por autoridades públicas, civiles y militares, y por una gran cantidad de feligreses, entre incienso, rezos, cánticos religiosos y repiquetear de campanas.

Es entonces cuando se puede observar la famosa custodia de la Catedral conocida como “La Preciosa”. Mide casi un metro de altura, formada por el sol radiante de 1.480 Kg. de oro, diamantes, piedras preciosas y perlas finas y por el Viril, donde se coloca la hostia consagrada, de plata, revestido con oro, con un kilo de peso. En la actualidad, el Obispado, la Municipalidad y la Dirección Regional de Industria y Turismo organizan la celebración de esta festividad que va recobrando su atractivo con la participación popular representada en sus instituciones públicas, centros educativos, grupos carismáticos de la Iglesia Católica y algunas empresas privadas que visten las calles de la Plaza de Armas con multicolores y artísticas alfombras, altares y arcos, apreciados por muchos cajamarquinos.
Las alfombras de flores
El Día Central, desde el amanecer, las principales instituciones cajamarquinas acostumbran presentar alfombras de flores, por la ruta de la procesión. Para ellos se contratan artistas que elaboran hermosos motivos y también los mismos funcionarios preparan las alfombras, para que el publico las contemple en una vistosa competencia.

Nota de un viajero

Heinrich Witt, comerciante alemán que llegó a Cajamarca el 12 de mayo de 1842, se dirigió a Celendín el 1o de junio, donde dice haber presenciado un Corpus, describiéndolo así[2]:
“Habiendo terminado las solemnidades de la iglesia (es decir el Corpus Christi) un número de pequeñas imágenes de madera chicas representando santos, de unos dos pies de alto, yo conté 22 de ellos, que el día de Corpus Christi habían sido traídos de los alrededores y de las chacras y otro sitios aledaños y depositadas en la Iglesia, estaban siendo sacados ahora en procesión alrededor de la plaza, parándose en las esquinas donde se habían erigido altares temporales. El primero de estos pequeños santos era Santiago con un saco azul, una ancha camisa con chorrera y montado en un caballo blanco de madera…. Muchos de los otros santos llevaban en su cintura blancas bandas de chorreras. Me pareció extraño que solamente las mujeres llevaban el anda en la cual estaban puestos los santos, mientras que los hombres saltaban y danzaban alrededor, al compás de la música de los tambores, pífanos y cascabeles como los que llevaban en las piernas en Chota. El atuendo de las mujeres era, sin excepción, de colores tristes. En la procesión, las imágenes de tamaño normal pertenecían a la iglesia. Representaban a San José y a la Virgen del Carmen. Cada pequeño santo era llevado después a su respectiva casa, con el mismo acompañamiento musical y la noche pasó para los indios bailando, cantando y emborrachándose”.



Tomado del libro
'Cajamarca, el sabor del mestizaje'
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN, TURISMO Y PSICOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE SAN MARTÍN DE PORRES
Avda. Tomás Marsano 242, Surquillo, Lima 34 – Perú.
Teléfono: (511) 513 6300, anexo 2167
Fotografía: Jorge Lombarda, Cajamarca

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