17/2/09

Taller de tintes en el Museo Nacional de la Cultura Peruana

TALLER DE TINTES NATURALES DE LA SIERRA

Técnicas tradicionales de aplicación



Las técnicas ancestrales de coloración textil cobran vigencia en la nitidez y belleza de los mantos prehispánicos. A través de ellos es posible conocer la sofisticación de los conocimientos de tecnología textil de los antiguos peruanos. En la actualidad esos mismos procesos otorgan valor agregado a los diseños y tejidos de artistas, artesanos e industriales peruanos.

Buscando interesar al público en general en la recuperación, aplicación y difusión de antiguos conocimientos de coloración textil, el Museo de la Cultura Peruana invita a participar en una nueva edición del exitoso Taller de Tintes Naturales de la Sierra, dedicado al estudio de la vegetación andina que permite extraer extractos tintóreos, como el nogal, la chirca y el molle.

En el Taller de Tintes Naturales de la Sierra se estudiarán las principales hierbas, tierras, raíces y líquenes que proporcionan colorantes naturales para el teñido de fibras textiles como el algodón y las lanas de oveja y alpaca. Se aprenderán de manera práctica los tres procesos básicos de la pigmentación: mordentado, teñido y lavado. El taller incluye una salida al campo con el objetivo de reconocer y recolectar los elementos naturales necesarios para teñir y fijar.

Oscar Salomé Rojas se inició en la investigación de antiguas técnicas de teñido en la década de los 70. Desde entonces ha difundido sus conocimientos en diversos talleres y cursos. Desde el 2007 dicta talleres de textilería tradicional en el Museo Nacional de la Cultura Peruana.

TALLER DE TINTES NATURALES.

Técnicas tradicionales de aplicación

Profesor: Oscar Salomé Rojas

Inicio: lunes 23 de febrero

Horario: lunes a viernes de 2:00 p.m. a 6:00 p.m.

Duración: 1 semana

Costo: S/. 60.00

Público en general

INFORMES E INSCRIPCIONES

Área de Educación del MNCP

Av. Alfonso Ugarte 650, Lima

Teléfono: 423-5892

Correo electrónico: mncp@inc.gob.pe

http://museodelacultura.perucultural.org.pe

nota de prensa del MNCP


14/2/09

Illa

Illa chacra
Luis Ramírez León
Investigador del Museo Nacional
de la Cultura Peruana, INC
En Puno hay un alabastro duro y amarillento llamado berenguela o piedra del lago, del cual se tallan pequeños amuletos llamados illas, generalmente en forma de animales, que poseen poderes que propician la fecundación y la protección del ganado. Además están las illas-chacras que se combinan con las mesas, que incluyen la protección de la casa y la chacra. A estas características se ajusta la illa-chacra que ahora se presenta.
La misteriosa obra es una tableta rectangular, en uno de sus frentes tiene tres casonas y en el lado posterior tres mesas cuadrangulares, en los otros lados una hilera de toros respectivamente. El interior se compone de nueve patios cuadrangulares. Hay, asimismo, tres pequeñísimas mesas o cuadrículas incisas dedicadas a la Pachamama: en una se aprecia líneas oblicuas entrecruzadas, en la del medio destaca la forma de una botella y triángulos opuestos dentro de un cuadrado, y en la última una cruz, los triángulos mencionados y líneas verticales y horizontales.
Lo que a grosso modo se puede entender en estos diseños es la relación de las líneas con los surcos de la tierra cuando se la siembra, los triángulos inscritos en cuadrados serían la presencia de las cuatro direcciones de la tierra o los cuatro suyos, y la cruz como señal cristiana protectora o como la chakana que anuncia las lluvias y la botella como símbolo del agua fertilizador. La obra es sólida, geométrica y perfecta para los requerimientos de su propietario.
Las significaciones y los ritos que con este objeto se realizan son secretos profundos sobre la vida y la muerte que el kamili o paqo conoce para invocar a la Pachamama, a los Apus, a Dios y los Santos.




Pieza del mes en el Museo Nacional de la Cultura Peruana: agosto 2008

13/2/09

Edilberto Mérida & María Antonieta Mérida

Madre e hijos músicos

Estela Miranda
Investigadora del Museo Nacional
de la Cultura Peruana, INC

Las figuras grotescas, iniciadas por el reconocido ceramista cusqueño Edilberto Mérida, Gran Maestro de la Artesanía Peruana desde 1993, fueron representaciones colmadas de gran contenido social: el sufrimiento del hombre andino, expresando el hambre, el maltrato y la miseria. Por eso sus personajes muestran rasgos acentuados en el rostro, la boca entreabierta con la lengua hacia afuera, y las manos y los pies desproporcionados. De esta manera, propuso una variante dentro de la imaginería cusqueña tradicional.
Entre sus seguidores destaca su hija María Antonieta quien ha optado por continuar con este estilo grotesco, complementado con los aportes de las técnicas escultóricas de raigambre virreinal. Su procedimiento de elaboración consiste en modelar, secar y consolidar con yeso para proceder al encarnado, dorado y plateado, seguido del estofado que consiste en pintar sobre el dorado de manera similar al del tallado en madera, y el esgrafiado en raspar la pintura de acuerdo a los diseños y así mostrar el dorado de la capa interior.
Su obra carece del dramatismo y la denuncia social iniciado por su padre, interesándole más bien los temas costumbristas y religiosos, mostrando la candidez del hombre andino y mestizo frente a las situaciones adversas, como en esta obra expuesta que representa a una madre acompañada de sus hijos tocando instrumentos musicales como el charango, la quena y el acordeón, pidiendo de manera sutil una ayuda con la que pretenden ganarse el sustento diario.
Por su desarrollo plástico María Antonieta ha recibido reconocimientos en diversos países como Guatemala y Venezuela.

Pieza del mes del Museo Nacional de la Cultura Peruana: mayo 2008

Bordados andinos

Manguillas bordadas

Sirley Ríos Acuña
Conservadora del Museo Nacional
de la Cultura Peruana, INC


Son prendas independientes para cubrir el antebrazo, denominadas en el habla wanka como mankitash. Estas mangas fueron el perfecto complemento del kotón, especie de túnica negra sin mangas, característico del valle del Mantaro, y cuyo origen se remonta a la prenda femenina prehispánica llamada anacu. El uso de los manguitos se dio entre las damas europeas en el siglo XVII y en el XVIII en la indumentaria masculina. Se confeccionaron de pieles finas de marta o zorro, con el pelo dispuesto en la parte interna, y de tela forrada. Su forma cilíndrica y abierta en ambos lados se adecuó al antebrazo. En los años 50 del siglo XX se usaban también las manguillas de paño y bayeta negra o verde con un bordado ralo y sencillo, continuando con los motivos de flores (cantuta, retama, verbena), pinau (hierba del campo) y picaflores. Pero los hilos finos se reemplazaron por lana teñida con anilinas y sintética. En la colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana tenemos, de las décadas 40 y 50, maguillas negras y verdes, combinadas con puños de color rojo y azul, elaboradas en telas de diversas calidades. Llevan un forro interno de tela tocuyo. En estas piezas destaca el manejo armonioso del color y sus contrastes. En cada manguilla se representan motivos florales variados, racimos de uva, aves, mariposas, llamas, taruka (venado), e incluso personajes estilizados que completan la escena, o el escudo nacional en versión popular. Estas figuras están en distintas posiciones y diversidad de colores, con tendencia en la composición hacia la simetría. Las manguillas del Museo presentan un bordado de estilo antiguo que el bordador confecciona tomando como base su rodilla. Las manguillas bordadas se llevaban puestas durante las fiestas, en ocasiones especiales y en las visitas a la Feria de Huancayo. Actualmente su uso es común en la indumentaria de las danzas que llevan el kotón: waylarsh agrario y de carnaval, chonguinada, tunantada, llamichada y tinyacuy. Cabe mencionar que existen makitos tejidos a palitos que son usados por los hombres. En Huancavelica prevalece su uso cotidiano y festivo, y en Junín son parte del traje de los chutos, personajes cómicos que resguardan el orden en la danza de la chonguinada.
Pieza del mes del Museo Nacional de la Cultura Peruana: julio 2007.

alfarería puneña

La limitata: jarra licorera del altiplano puneño


Luis Ramírez León
Investigador del Museo Nacional
de la Cultura Peruana, INC



En esta ocasión se destaca como pieza del mes la jarra para contener “licores fuertes” como el aguardiente de uva y el de caña de azúcar, la cual es más conocida con el nombre de LIMITATA. Esta jarra es muy peculiar, tiene un bebedor sentado en la parte central y superior de la vasija, apoyado en el asa como espaldar y en actitud de servirse pues sostiene en la mano derecha una jarra y una copa en la otra. Viste una casaca adornada con rosetones en los hombros, sobre el pecho cuelga una chalina, y lleva sobre la cabeza un chullo y una montera o sombrero plano que sirve de tapa. Toda la jarra es de color ocre con toques ligeros oscuros o marrones y con el vidriado débil. El pico de esta limitata por donde se vierte la bebida es una pequeña jarrita de tipo europeo. La decoración se dispone alrededor del bebedor de manera simétrica: dos cabras, dos pájaros que han perdido sus cabezas, una orla que bordea el conjunto y debajo una secuencia de seis flores circulares a modo de rosetones y más abajo una olla.

Se sabe que los antiguos peruanos bebían aqha o chicha, la cual se contenía en vasijas como el urpu o la chomba y se servía en los vasos q’ero o en las aquillas de plata y oro, y en tiempos recientes en los pitujarros. Las bebidas que introducen los españoles como el vino, el aguardiente de uva (brandy o pisco) y el de caña de azúcar (cañazo, llonque o ron) fueron toda una novedad para los indígenas, las cuales como es usual se contienen en botellas o en vasijas más pequeñas que las chombas o urpus y se sirven en copas o copitas. Estos nuevos usos en el beber deben haberse regulado a fines del virreinato y durante la república, de manera que llegan a nosotros conteniéndose en estas curiosas limitatas.La limitata parece ser también una paccha u objeto ritual ligado al culto al agua y a la tierra por su capacidad de fluidez del líquido y por lo intrincado de su forma, pues el licor ingresa por un orificio insospechado como es la cabeza de bebedor y sale por una jarrita minúscula. A ello se suma la significación de la decoración de animales y rosetones o flores, éstos últimos evocan por su forma al sol, antigua deidad, y puestos en los hombros del bebedor recuerdan a los medallones en forma de pumas que usaban los de la nobleza inca en el virreinato. Las flores y animales son evocación también de la pachamama. Finalmente, el propio bebedor se semeja a los personajes que a modo de atlantes figuran en muchas jarras y éstos a su vez se remontan a las mascarillas que aparecen en vasijas prehispánicas; son cabecitas que bien pueden ser los ancestros o mallquis propiciadores los cuales habitan dentro de la tierra. Por eso es frecuente cuando se bebe en los Andes derramar primero el líquido sobre la tierra o la pachamama y si se hace con una paccha tanto mejor. Hay pues elementos en la limitata que evidencian una disyunción y un sincretismo cultural, es decir, se usan formas occidentales para representar contenidos indígenas ancestrales y se asocian con elementos nativos para adquirir nuevos significados.



Pieza del mes del Museo Nacional de la Cultura Peruana: marzo 2007.